jueves, 19 de junio de 2014

INTRODUCCION

LOS VALORES HUMANOS-CRISTIANOS:


“La familia, formadora de valores humanos y cristianos”, “se hace cada vez más común una mayor conciencia sobre los valores en la familia y en la sociedad”.
“Esta conciencia nos remite a la esencia misma del ser humano en quien pugnan dos tendencias naturales y propias de toda persona, las puramente biológicas, que responden a exigencias de los sentidos, como el placer, el poder y toda forma de relación centrada en el provecho personal sin referencia alguna a principios superiores del espíritu. La otra tendencia es la espiritual y racional fundada en su condición de ser racional, inteligente y espiritual”.
La familia, la sociedad, la escuela, constituyen el medio natural para la transmisión de los valores propios de la persona humana, creada para vivir en familia y en sociedad.
“¿Con qué criterio de valor puede considerarse la acción de un profesor que vende las notas de un examen? ¿Un niño que lleva a casa un peluche y sus padres no preguntan cómo lo consiguió? ¿Un jefe de oficina que se pone a vivir con su secretaria a escondidas de su esposa? ¿Será deshonestidad o simplemente astucia?”.
La mayoría de los valores que sirven para guiar la conducta humana, si no todos, son valores adquiridos y se adquieren básicamente en la familia.
¿Cómo lo hace?– la familia concibe, construye y vive sus propios valores. En primer lugar construye su propio laboratorio social: el niño aprende como vivir en familia y en sociedad y ambas deben estar en capacidad de construir y afianzar sus valores.
“En consecuencia, si el objetivo es recuperar o robustecer la capacidad de la familia como educadora de valores, estimulemos a todos: padres, madres y maestros a un trabajo mancomunado para fortalecer valores de: verdad, amabilidad, diálogo, honestidad, comprensión y respeto, solo entran a formar parte de la vida de un niño cuando la familia es capaz de transmitirlo en su propio núcleo familiar”.

“Si la familia, la escuela y la sociedad no transmiten los valores necesarios para vivir en ellas como seres humanos nadie tiene derecho a quejarse de que la familia y la comunidad se conviertan en un infierno, donde la persona más cercana pueda considerarse un enemigo o un peligro”.